viernes, 26 de noviembre de 2010

La Otra Guerra Fría

    


Es el dióxido de carbono, de los seis gases que provocan el efecto invernadero, el que tiene la vida más larga en la atmósfera, y por tanto, el más peligroso. Los vaticinios de los científicos, no se sabe muy bien si los más pesimistas o los que menos intereses tienen con los beneficios que provoca el cambio climático, creen que si la temperatura del planeta aumenta en dos grados se propiciaría un cambio climático extremadamente peligroso.

El cambio climático está siendo un generoso aliado para gobiernos y petroleras, ya que el deshielo del Ártico y Antártico está provocando nuevas rutas para llegar a zonas donde poder explotar gas y petróleo. En dicha zona, el Ártico, se estima que hay el 30% del gas y el 13% del petróleo mundial de reservas posibles, es decir, unos 46.000 millones de barriles de petróleo y unos 80.000 millones de metros cúbicos de gas. Este suculento banquete, a mi modo de ver, no solo no va a dejarse de lado por las grandes petroleras y gobiernos, sino que va a generar en los próximos meses-años una nueva guerra fría por su conquista.

Países como Rusia, Canadá, Estados Unidos y Noruega están afilando sus cuchillos tanto para intimidar, como para partirse su pedazo del pastel, porque yo, al menos ya anticipo, y perdonen mi pesimismo, que más pronto que tarde estos países harán de una tierra de nadie, una tierra de ellos. En la práctica, los países tienen derechos sobre los recursos hasta 200 millas náuticas, pero no tardarán en apropiarse de todo cuando los lobos vestidos de cordero llamados petroleras depositen encima de la mesa un maletín de cuero que albergue un cheque en blanco en su interior.

Panorama parecido, pero en el polo inverso, se está dando en la Antártida, donde países como Argentina, Gran Bretaña y Australia ya están haciendo su propia guerra fría para apoderarse de un pedazo de hielo que alberga en sus entrañas oro líquido. Y no lo hacen porque sí, se piensa que el Antártico posee en su interior alrededor de 60.000 millones de barriles de petróleo.

La pregunta que muchos nos hacemos es, ¿por qué cambiar el rumbo que ha cogido el barco del cambio climático, si los beneficios y las ganancias pueden ser apabullantes? Desde 1997 a 2007 no ha dejado de crecer las cantidades de CO2 que han emitido los países más ricos (EEUU, Japón, India, China y nuestra fantástica Europa). En los próximos 10 años, según estimaciones de Naciones Unidas, las emisiones aumentarán en un 17%. El horizonte de los próximos años será el mismo que hemos venido viendo, los países llevarán a cabo reuniones y cumbres como el COP 17, 18, 19…CDS19, 20, 21…, el G5, G8, G20, etc., sin dejar de prometer, marcando objetivos que nunca cumplirán, pero que al menos consolarán al resto del mundo.

Ante una situación así, lo normal, lo lógico, lo razonable sería que los gobiernos de todo el mundo se unieran para tomar una decisión unánime para proteger a nuestro maravilloso planeta de un cataclismo sin precedentes, porque ahora más que nunca nos encontramos en la línea de fuego. No obstante, nada de esto ocurrirá, porque mientras haya intereses de por medio, nadie querrá respetar el famoso y olvidado protocolo de Kyoto, que después de 13 años se ha convertido en una auténtica utopía.

El mundo se ahoga por numerosos ciclones tropicales, por la escasez de agua, inundaciones, aumento del nivel de los mares, sequías y un largo etcétera que a uno le ponen los pelos de punta.

Nadie con la suficiente sensatez entiende cómo podemos estar destruyendo el planeta, el único mundo que tenemos para vivir, el único que reune las características necesarias para albergar vida de todos los que conocemos. Lo normal, natural y deseable es que cuidemos de nuestro planeta como cada ciudadano cuida de su propio hogar, de su familia. Sin embargo hacemos todo lo contrario, y no nos importa seguir manteniendo el cerrojo abierto a la hipocresía.

Vivimos en una adormecida paz inexistente, encandilados por noticias irrelevantes que inundan la televisión, y que ciegan la magnitud a escala planetaria de lo que está pasando. Es porque nosotros nunca veremos el final del planeta Tierra tal y como lo conocemos, lo que hace que sigamos destruyéndolo a pasos agigantados. Aún no entiendo como en el mundo hay personas (los poderosos) que pueden dormir cada noche, y que pueden mirarse en el espejo con total indiferencia sabiendo el miserable legado que estamos dejando a nuestros hijos.

“Sólo después de que se haya talado el último árbol, sólo después de que se haya envenenado el último río, sólo después de que se haya pescado el último pez, sólo entonces se darán cuenta de que el dinero no puede comerse."
                                                                                                                      Profecía de los Cree.


1 comentario:

  1. De casualidad he llegado hasta aquí y he estado leyendo varias de tus entradas,la verdad es que no es nada fácil encontrar un blog interesante...

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