jueves, 13 de abril de 2017

Siempre es Posible.

Nunca digas cómo hay que hacer las cosas,
sino cómo se podrían hacer.
Nunca des consejos, si permaneces sordo a ellos.
Nunca obligues, aconseja.
Nunca te conformes con las metas alcanzadas,
pues estás destinado a dejar de caminar en la vida.
Siempre que digas “nunca”,
será como cerrar una puerta en tu vida.

   

lunes, 9 de enero de 2017

Los trenes

Un tren, dos trenes, tres trenes...


Constantemente pasan a nuestro alrededor trenes con diferentes destinos, con pasajeros de diversa procedencia. Trenes que nos pueden conducir al éxito o al fracaso gracias a una mano invisible que muchos catalogan de suerte, destino, azar…

Los trenes que discurren por diferentes caminos en la vida nos conducen, queramos o no, a la creación de nuestro propio ser como personas, labrando un futuro que en ocasiones no queremos, que no sabemos cómo hemos llegado, que hemos conseguido gracias a la piedra angular de la vida, la perseverancia y el sacrificio, pilares que sostienen los logros.

Coger uno de estos trenes puede convertirse en una gran hazaña, ya que las personas limitan el riesgo y son remisas a dar un giro radical en sus vidas por miedo a lo desconocido, al fracaso. Lo hacen porque saben que hay trenes que están condenados a descarrilar en un desierto de penalidades y dificultades que perjudiquen más nuestra ya perjudicada existencia. Pero también hay otros que llevan a caminos fructíferos. De los dos trenes se aprende, aunque sólo uno premia.

Son muchos, miles, millones los que se aferran a esa parte de su vida que ya conocen enriqueciendo una monotonía que al menos asegura algo de comodidad. Acomodados que han dejado de andar para arrastrarse por el terreno de la indiferencia, sin querer cambiar su rumbo cogiendo un nuevo tren, un nuevo camino que dé un cambio a su vida.

Los trenes no solo nos conducen al final de nuestra vida, también nos abre la puerta a nuevas amigos y enemigos. Personas que tendrán la suficiente fuerza para condicionar nuestra vida, para modificarla, para enriquecerla.

Por esto, y mucho más, nos mostramos reacios a dar giros a nuestras vidas. El miedo a coger un tren con un nuevo rumbo que pueda descarrilar, hace que los humanos muramos como sumisos conformistas, dejando atrás sueños e ilusiones que pudieron ser, pero que no fueron cristalizados. Son esas obligaciones que nos ahogan, el pesimismo, historias de derrotas, la indiferencia, el miedo a la fracaso, el miedo a perder el poco estatus que hemos conseguido, lo que hace que emparedemos nuestros sueños haciéndonos esclavos de nuestros propios miedos.

Pero por encima de todo, los trenes son oportunidades mimetizadas de esperanza e ilusión, con la suficiente fuerza para creer que la vida tiene sentido. En ese momento, en ese preciso instante en el que nos embarcamos en un tren, pese a la incertidumbre, nos coronamos como los hombres y mujeres más valientes del universo. Y además de vivos, sentimos que el mundo por un momento nos pertenece.

El tren que no se coge se marcha para siempre. Vayamos a por nuestros sueños en la vida sin miedo, porque consiguiéndolos o no, de ello siempre habremos aprendido.