Cuando ese momento llegue, a él nos tendremos que enfrentar a solas, con la única compañía que la madeja de recuerdos borrosos que encierra nuestro pasado. Mirar de frente y no esconderse será difícil, pero no imposible. La soledad se convertirá en un aliado o en la tortura más cruel jamás creada. En ese momento vacío de nuestra existencia que se queda tras una larga vida, no habrá tiempo para la marcha atrás, ni para dudosas rectificaciones, sólo nos quedará asumir lo que hicimos de todo lo que no quisimos hacer.
Las equivocaciones del presente serán nuestros tormentos en el futuro.