sábado, 27 de diciembre de 2014

Tiempo de Navidad.


Al tiempo de la navidad lo alimenta la tradición, que se transmite de padres a hijos desde un aprendizaje muy temprano. Nos enseñan que la navidad es blanca, cálida cuando papá y mamá nos colocan delante de la chimenea. Si hemos sido justos y buenos durante el año tendremos regalos, sino, pues también.
El tiempo de la navidad es de regalos donde lo normal, que no siempre, es dar y recibir. Las calles de la gran ciudad se pueblan de gente desafiando las bajas temperaturas para buscar sus regalos, los sueños de los más pequeños, obligaciones en otros casos que odiamos y detestamos.

Pero... ¿Es la navidad igual para todos? Naturalmente. Cualquier padre dirá a su hijo que sí, ya bastante sufrimiento ve el niño en el telediario como para decirle que no, que hay niños que no tienen regalos. Podríamos lastimar más su pequeño corazón.

La navidad es... más regalos y menos carbón.
En el tiempo de la navidad es de regalos. Pero muchos niños se conforman con meterse algo en la boca, y para ellos no hay mejor regalo. Para otros niños el mejor regalo es un coche teledirigido, que con un poco de suerte olvidarán en tres meses porque otro más grande, más potente, y más caro ha salido al mercado. O quizás un perro, del que se cansarán terminando finalmente en la perrera.
El tiempo de la navidad es de juegos. Los indigentes juegan cada día para encontrar un buen pedazo de cartón, y un lugar seguro que les resguarde del frío.

La navidad es... más reuniones familiares y menos soledad.
 Mientras muchos disfrutamos de la navidad en compañía de nuestros familiares, bajo el calor de un buen banquete, otros duermen al raso sin nada que meterse en la boca que no sea un litro de vino, del malo, para ahuyentar el frío de su cuerpo.
El tiempo de la navidad es de reencuentros, obligados en ocasiones, incómodos después de tanto tiempo.
Navidad dulce navidad. Porque hay turrones. Porque hay mazapán. Dulce porque hay muchos bombones.

La navidad es... más comprar y menos ahorrar.
El tiempo de la navidad es de gastar, mucho, más incluso de lo que tenemos. No importa si enero más tarde se empinará hasta convertirse en un puerto de primera categoría. Lo que importa es el aquí y el ahora. Que la navidad abandera las conductas consumistas y repunta el exceso de alcohol en las fiestas, no importa, el aquí y el ahora está por encima de todo.
En la navidad, cuando aún no se les ha secada las lágrimas, los más desdichados tienen de nuevo que volver a enfrentarse al frío, al hambre, a la indiferencia.

La navidad es… más de lo mismo y menos de lo necesario.
Puedo parecer un pedante pesimista. Pero me molesta que la navidad oscurezca otros mundos que están ahí, pintándolo todo de ilusión y felicidad. La navidad es maravillosa, una fantasía para los niños que debería durar siempre. Mi intención no es quitar de golpe y porrazo todo el bien que genera, pero no pienso callarme cuando crea que también tiene como fin invisibilizar el mundo de los que, con navidad y sin ella, siguen pasándolo mal, sin juguetes, sin comida, sin abrigo, sin compañía, sin regalos. No podemos olvidar que los que no tienen nada, no tienen nada que celebrar.