miércoles, 17 de noviembre de 2010

La Mina en Chile


Ha pasado un mes desde que fueron rescatados los 33 mineros de la mina San José, en Chile, donde anduvieron 70 días bajo un manto de piedra y arena de 700 metros. Los familiares de los mineros rescatados hoy dan gracias por no haber muerto, el resto de familiares de los mineros que viven en Chile también lo hacen, pues el accidente ha hecho posible que sean visibles sus precarias condiciones de trabajo. En Chile, un denominador común que se da en la mina es la poca seguridad que se garantiza al minero y las inexistentes vías de evacuación. Los sindicatos son débiles, un mero organismo atado de pies y manos que trata de alzar la voz pero que no llega muy lejos.

Pero el accidente de la mina San José no es un caso aislado. Chile es el primer exportador de cobre del mundo, la extracción representa un 58% de las exportaciones y el 15% del producto interior bruto (PIB), y eso a la larga tiene un coste, la muerte. Porque la muerte en las minas de Chile han sido un continuo que no ha dejado de crecer gracias a que los irresponsables mandatarios chilenos no han firmado el convenio de seguridad de la mina de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). El resultado de esta lamentable ecuación es el de 443 muertos en 2009 y de 282 el primer trimestre de 2010 según la Superintendencia de Seguridad Social.

Al menos, de todos los accidentes que se han dado en Chile, el de la mina San José ha terminado con un final “superfeliz”. También con la proclamación de unos héroes, los propios mineros y la figura de algunos políticos, los cuales fueron lo suficiente rapaces para guardarse la vergüenza en el bolsillo, haciendo acto de presencia en el lugar con el objetivo de glorificar su imagen. Pero nada de esto hubiera pasado si el perverso sistema mediático no hubiera hecho de ellos unos héroes, (y no dudo de que lo sean) haciendo del drama un auténtico reality.

Sin escrúpulos, por que el ansia de hacerse más rico nunca lo ha tenido, algunos medios de comunicación introdujeron a los mineros en la farándula, alimentando sus periódicos con suspicaces mentiras y sacando a la luz gravísimos problemas personales para asegurarse el espectáculo. Los periodistas que antes les ignoraban ahora merodean sus vidas como buitres aleonados para conseguir un pedazo de carne podrida que pueda enriquecer la prensa amarillista con la que trabajan, sin importar la ética. La maquinaria mediática ha hecho un trabajo tan fino introduciéndose entre el periodismo de rigor, que ha podido manosear la vida íntima de los 33 mineros hasta límites que sobrepasan la moral humana.

Una vez más el “periodismo de cáscara” ha logrado engordar sus arcas gracias a una sobredosis de sensacionalismo, que ha tratado de hacer de aquellos hombres unos héroes mundiales para desviar la atención de lo verdaderamente importante, que no es otra cosa que las malas condiciones con las que trabajan los mineros, la poca seguridad en la mina, los bajos salarios, las muertes y accidentes que quedan en el anonimato… Hoy los noticiarios no colman sus páginas como antes, la anécdota ya ha pasado y ha dejado de ser de provecho para los buitres, hienas y animales de otro pelaje.

Ahora lo que vale preguntarse es por qué a los supervivientes les están premiando de esta forma tan desatada. Desde que volvieron a la superficie no han conocido la paz, les han concedido un viaje por Grecia, ver un partido en el Santiago Bernabéu, en el Manchester United, un magnate les dará un cheque por valor de 8600 euros a cada uno, camisetas de futbol, escribir un libro, etc. Existen propuestas que muy pronto verán la luz y que buscan hacer una película sobre el accidente, también ya hay intenciones de hacer una película pornográfica y un auténtico reality show que imite las mismas condiciones en las que estuvieron los mineros atrapados. Como pueden ver la falta de ingenio e imaginación se puede mitigar copiando una verdadera catástrofe.

De todo ello se deduce que no sólo la prensa amarillista ha sacado tajada del drama, ahora un buen puñado de instituciones y personas, utilizando la treta más vil jamás creada, muestra a la ciudadanía su lado más caritativo y filantrópico ofreciendo dinero y obsequios, para al mismo tiempo darse a conocer por el resto del mundo. ¿Esto es un gesto de bondad o una artimaña propagandística?

A los mineros se les está emborrachando de lujos y privilegio que no niego que se merezcan, pero al mismo tiempo se está sembrando un terreno peligroso porque ya comienzan haber problemas entre ellos por motivos económicos. No todos los mineros son llamados a platós de televisión para contar su historia, y por tanto no todos están sacando el mismo provecho de lo que sucedió. Las disputas afloran, y no lo hacen solo entre los 33 mineros.
Ahora las preguntas que me surgen son: ¿Todos los medios de comunicación trataron la noticia de forma objetiva, o se abusó más de las historias personales y aspectos conmovedores de los mineros? ¿Son verdaderamente héroes o víctimas de la prensa amarilla? Cuando recuerden el accidente de la mina San José, ¿qué recordará la gente, el surgir de unos nuevos héroes nacionales, o las precarias situaciones en la que trabajan los mineros? Si usted contesta la primera opción, algunos políticos chilenos y magnates del cobre habrán conseguido su objetivo, invisibilizar un patente drama en Chile.

El resto del mundo ya casi no se acuerda de los mineros chilenos, pero el eco de la miseria sigue allí. En el interior de sus minas, mientras se dejan la vida, los mineros y mineras albergan la gran esperanza de que un día todo cambiará dando luz al pozo de sombras en el trabajan. Mientras no se toman medidas, mientras no se dé a conocer lo que pasa, mientras no se les apoye, la minería en Chile seguirá siendo una herida mortal que sangra hacia adentro.

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